martes, 27 de abril de 2010

Pasaron un par de semanas en las que Sam asistió cada día, por obligación, al psicólogo. Éste lo derivó a una psiquiatra, quien le recetó mil y un tipos de litio y antidepresivos combinados a la vez con calmantes que no le hacían nada. No había cambio alguno. Pero como todos estos psico-médicos siempre creen tener la razón y saberlo todo, insistieron con el tratamiento. Cuando comenzó a tener ataques de pánico y a perder el control sobre sus actos más seguido, se convencieron de que algo andaba mal con él; algo más allá de un simple delincuente común, simple trastorno, o simple maldad.
Fue entonces que, transcurridas cinco semanas, Samuel fue trasladado al psiquiátrico.



-No quiero convertirme en una mala persona… Yo no soy una mala persona. -“…Por ahora”. El doctor arquea una ceja.
-¿Cómo dices?
-Yo no quise hacerlo…, no quise matarlo.
-Yo no creo que seas una mala persona, Samuel- dice el doctor-…, sólo necesitas ayuda. Y aquí vamos a dártela.

jueves, 15 de abril de 2010

A la mañana siguiente, se encuentra sentado en una silla, frente a un escritorio. Tras el mismo hay un hombre observándole, con los dedos entrecruzados y los codos sobre el mueble. La placa sobre él dice “Dr. Fisher”. Sam comienza a juguetear con unas canicas de metal que, al impulsarse, chocan entre sí hasta que, transcurridos 15min de silencio, se miran.
-¿Qué pasa?- inicia el doctor.
-Nada.
-¿Cuarenta y cinco cortes en los brazos no son nada?
-No me pasa nada.
-De ser ése el caso, no estarías aquí. ¿Sabes por qué estás aquí?
-No…
-Te encerraron por asesinar a tu padre- a Sam le da un tic en un ojo-, y luego intentar suicidarte. Sin mencionar tu agresivo comportamiento de ayer. ¿Aún piensas que no pasa nada?
-…
-¿Hay algo de lo que quieras hablar?
-…No.
Transcurrieron 45 largos minutos, hasta que la hora de atención acabó. Sam no había exhalado más que monosílabos y respondido con puntos suspensivos…, nada. En definitiva, NADA.


-¿Cómo te sientes hoy?
-No hay diferencia alguna. Estoy bien.
-Iluso. Si estuvieras bien, yo no estaría aquí.

miércoles, 7 de abril de 2010

Pasado el inicial momento de la emoción y los saludos, Steve pregunta:
-¿Y cómo has estado?- pero Sam guarda silencio y, adoptando un carácter más serio, responde con otra pregunta, llena de angustia.
-Steve… ¿Cómo está mi madre?
-Lamento decírtelo, Samuel, pero… no creo que esté bien. No ha salido de la casa…
-…¿Y Aralia?
-No, de ella no te preocupes. Está un poco alterada, pero sólo eso… Quiere saber cómo estás.
Sam lo piensa un poco antes de hablar, y
-Dile que… que no se preocupe- fingiendo una sonrisa -. Que estoy bien- pero Steve se ha percatado de los vendajes en sus manos, comenzando a asomarse por las mangas de su camisa -… perfectamente bien.
-Samuel… ¿Qué te ocurrió en los brazos? ¿Por qué las vendas?
Con esta pregunta, su semblante cambia por completo. Abre desmesuradamente los ojos, y se queda unos momentos mirando al vacío, con millones de pensamientos revolviéndose en su mente, y haciéndole zumbar los oídos.
-Yo…- se le dificulta mucho articular palabra.
-Sam, ¿qué pasa?- Steve comienza a preocuparse, observando a su amigo a través del vidrio.
-…tuve. Yo tenía que.
-¿Tenías que qué, Samuel? ¿Qué te sucede? –cada vez más alarmado. Hasta que de pronto, de manera increíblemente súbita y repentina, Sam entra en una especie de frenesí y, poniéndose de pie y golpeando con una mano la mesa, se pone a gritar, fuera de sí…, como poseído.
-¡YO TENÍA QUE HACERLO! ¡NO HABÍA OTRA SALIDA! ¡ERA MI ÚNICA, LA ÚNICA OPCIÓN! ¡NO HABÍA NADA QUE HACER! ¡TENÍA QUE HACERLO ANTES DE QUE VOLVIERAN, OTRA VEZ! ¡TENÍA QUE HACERLO! ¡¡TUVE QUE HACERLO!! ¡¡TÚ NO ENTIENDES!! ¡NADIE LO ENTIENDE! ¡ESTABA DESESPERADO! ¡TENÍA QUE HACERLO! ¡TENÍA QUE HACERLO! ¡¡ME HICIERON HACERLO!!- arrojando el auricular lejos, y corriendo fuera de la estancia, dejando a Steve sobrepasando el límite de la perplejidad, y el miedo.
Sam sigue corriendo a través de los pasillos hasta llegar a uno de los patios, donde se oculta bajo una banca y se abraza las rodillas…

domingo, 28 de marzo de 2010

Nuevamente tendido en su camarote, lentamente despierta para sentir el punzante, ardiente dolor en su columna. Se retuerce e incorpora.
-¡Mi espalda!- sobándose-. ¿Qué pasó?
-¿Realmente lo quieres saber?- Sam escucha unos suaves aplausos provenientes de Alex que, acto seguido, le lanza un pañuelo para que limpie toda la sangre que tiene encima.- Te aplaudo, Samuel- apoyado en una pared-, lo que hiciste me dejó… con la boca abierta- Sam retira los parches de su rostro, ya inservibles -. Pero me preocupas.
Luego observa sus manos, cubiertas de sangre seca, extrañado.
-¿De quién es esta sangre? ¿También mía?- pero no hay heridas.
-¡Caramba! ¡Sí que no te acuerdas de nada!- exclama Alex, emocionado.- Esa sangre no es sino de Cristóbal.
-¿Cristóbal?
-Ya sabes, el tipo gordo que acompaña a Gaspar- continúa Alex, sin salir de su entusiasmo. Entonces todo retorna a la memoria de Sam, y comienza a sentirse terrible.- Y déjame decirte, Samuel, que estuviste ¡increíble! Ya era hora de que alguien los colocara en su lugar…- entonces, cambiando la que tenía por una expresión de protección- Pero fuera de eso, de todos modos me preocupas. No eras tú en esos momentos- Sam observa sus manos, con vergüenza.-… Te convertiste en un completo y brutal animal… ¡casi asesino! Pero puedo ver que no eres así en realidad…- mirándolo fijamente, escrutador- Simplemente no eras tú, ¿me equivoco?
Es entonces cuando aparece el guardia.
-Carmington, visitas.- queda atónito. Al irse retirando, Alex le comenta
-Ahora sólo tendrás que soportar un poco más el dolor de espalda… Los choques que te dieron dejaron feas quemaduras.
Sam voltea a mirarlo, y le sonríe, levantando el pulgar de la mano izquierda, en buena señal.
Ya afuera, piensa. Visitas, ¿a él? ¿A quién se le había ocurrido ir a verlo? Mas fue la última persona en quien hubiera podido pensar, la que apareció. Y, aproximándose rápidamente, coge el teléfono de la cabina.
-¿Steve?

miércoles, 17 de marzo de 2010

Sam sigue sujeto de la pared, tocándose con una mano la boca, sangrante… El parche en su mejilla se encuentra manchado, y observa la sangre escurrir entre sus dedos… furioso. Se yergue, y mira a Gaspar, desafiante. Él provoca
-¿Qué? ¿Qué piensas hacer al respecto?
Samuel, sonriente, coloca una mano sobre el hombro de Gaspar.
-¿Qué qué pienso hacer al respecto?
A los pocos segundos había deslizado la mano hasta la de Gaspar, torciéndole el brazo hacia atrás, y él grita
-¡Atácalo, maldita sea, Chris!- el aludido se prepara a lanzarse sobre Sam para darle un golpe con el puño, pero él lo detiene y, haciendo los movimientos correctos, le fractura la muñeca, ocasionándole una mueca de intenso dolor.
-¿Qué está pasando aquí?- piensa Alex. Está anonadado, no puede creer lo que ve-. ¡Es sorprendente!
Inmediatamente Sam devuelve el golpe, derribándolo y subiéndosele encima, tras lo que comienza a pegarle ininterrumpidamente.
-¡Samuel, detente!- pero no escucha- ¡Lo vas a matar!
Sam responde para sí, “¿Y qué?”, pero a los segundos siente el choque en su espalda que lo deja casi instantáneamente inconsciente.

viernes, 5 de marzo de 2010

Se incorporó rápidamente en la cama que estaba, sintiendo un inmediato resentimiento en todo el cuerpo por el esfuerzo indebido.
Vio que sus brazos estaban vendados hasta el codo y, retirándose el oxígeno de la nariz, se preguntó, “¿Qué… demonios?”. Hasta que, de golpe, todo volvió a su memoria, y desesperó.
“Estoy… ¿VIVO? ¡¿Cómo pasó?!”
Es entonces cuando entra un oficial al cuarto de hospital donde se encontraba.
-Ya despertaste- y, cogiéndolo del cuello de la bata, lo jala-. ¡Andando!

Y así fue como pronto estuvo de vuelta en el “Purgatorio”… Le pareció incluso peor que la primera vez.
Todos al interior ya se habían enterado del incidente, y le miraban con cara de pocos amigos. Sólo Alex corre hacia él al verlo.
-¡Sam!-cogiéndolo de los hombros-, ¿estás bien?¿Qué ocurrió?- preocupado. Pero él sólo se limitó a responder, con el alma ida.
-Nada… importante.
Y, casi inmediatamente, recibe un puñetazo en la mejilla derecha, que lo deja contra la pared. Alex se encoleriza.
-¡¿Qué demonios les sucede ahora?!
Es Gaspar que, quizás igual o más enojado, reclama
-Ese idiota- el idiota es Sam-… ¡Por culpa de ese idiota confiscaron todas nuestras armas, las que teníamos ocultas! ¡Y las va a pagar!

lunes, 22 de febrero de 2010

-Samuel, ¿qué haces? ¡Suelta eso!- pero él ha adoptado una expresión que borda en el descontrol, inmerso repentinamente dentro de sí mismo.
-No…- acariciando el filo con un dedo-, ahoras vas a callarte. ¡CÁLLATE!
-Tranquilízate- intentando avanzar hacia él, con las manos expuestas-, ten calma, por favor. ¿Qué piensas hacer?
Sam comienza a arremangarse la camisa, y con la misma expresión medio lunática responde
-Matarme, elementalmente… Debo acabar con todo esto.
-¡No, Sam, no, no lo hagas!- entonces Sam cae preso de ira, y exclama
-¡DIJE QUE TE CALLARAS!- colocando el cuchillo en su muñeca izquierda- ¡TODOS SE IRÁN AL INFIERNO!- desliza. Hay un breve segundo en que el tiempo pareciera congelarse, pudiendo ver la sangre saltar desde su muñeca, con Alex paralizado por la impresión. Coloca entonces el cuchillo en la otra muñeca-, ¡TODOS DE MÍ DESPUÉS!
“¡Se ha vuelto loco!”, exclama Alex para sus adentros.
Se cortaba repetitiva y profundamente en ambos brazos, comenzando a reír de manera estruendosa…, hasta que la pérdida de sangre fue demasiada. Cae apoyando su espalda contra el muro tras él, y su respiración, agitada, se fue entrecortando…
Estaba aún más pálido de lo normal. El eco del silencio repercutía en sus oídos, permitiéndole inclusive escuchar la propia sangre correr… Y el golpeteo metálico de las rejas, agitadas por Alex…, que gritaba.